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Regreso al Futuro

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Todo hijo de vecino de los Ochenta tiene en su memoria a Marty McFly, su chaleco rojo, un condensador de fluzo y ese DeLorean soñado con el que moverse por el tiempo con la misma facilidad con la que vas a comprar el pan. REGRESO AL FUTURO forma parte del imaginario colectivo de la década por derecho propio. No es de extrañar, puesto que contenía todos los ingredientes necesarios para triunfar en aquel entonces: una historia currada y con un punto original, un chorreo constante de efectos especiales, un actor con pinta de eterno adolescente que sonara muy USA, buena música, humor un tanto pueril pero resultón y aventuras a paladas (películas con algo que contar… qué nostalgia) sin necesidad de abusar del ketchup. Con eso y un cartucho de palomitas, en los ochenta te marcabas un blockbuster la mar de resultón.

La historia es de sobra conocida, pero os la resumo en pocas palabras: Marty McFly  -por cierto, ¿no es ya de por sí una obra de arte ese nombre? – es un chavalillo adolescente excepcionalmente maduro para vivir en una familia de fracasados  -papá looser, mamá borracha, hermana putón, tío chorizo nivel banquero español pero con cárcel – que cuenta entre sus amigos con el típico científico loco (¿y quien no?), llamado Elmmett Brown aka Doc, quien tiene por costumbre hacer inventos revolucionarios cual Da Vinci de extrarradio y hacer trato con terroristas islámicos.

En una de esas movidas, McFly se ve obligado a meterse en el último invento de Doc, un coche con capacidad para viajar en el tiempo para poder huir de unos terroristas cabreados, y sin querer, le da al botón de viajar al pasado. Marty acaba en los sesenta donde conocerá a sus padres antes de que éstos lleguen a formar pareja. Sin querer, interfiere en su relación – de hecho, su futura madre se enamora de él – lo que está a punto de provocar que sus padres no lleguen a conocerse y, por tanto, su nacimiento no se produzca. En ese momento se inicia una carrera desesperada para incentivar el coito paternal y de ese modo evitar una desagradable paradoja espacio-temporal con terribles consecuencias para su futuro.

Para ello debe recurrir al Doc del pasado, convencerle que viene del futuro – sublime la conversación entre ambos

– “¿Y quien es presidente en 1985?

– Ronald Reagan

-¿El actor? ¿Y quien es el vicepresidente, Jerry Lewis?”

durante la que debe convencerle de que ambos van a morir si no evitan esa situación – Marty de aborto pregestional y Doc por un tiroteo con los terroristas-. Le añadimos una generosa dosis de ciencia-ficción embrionaria de los cincuenta, buena música sesentera – Chuck Berry incluido -, pin-ups, monopatines, algún product placement alevoso, el inevitable baile de graduación, cuatro lagrimillas poco convincentes y la típica pandilla de grandullones macarras para que quede bien marcado quienes son los buenos y los malos; ya tenemos el chiringuito montado.

delorean

Regreso al Futuro supuso una bocanada de aire fresco entre tantas películas de aventuras exóticas de arqueólogos, batallas de naves espaciales, historias de terror serie B y musicales que incitaban al consumo abusivo de heroína. Supuso el pistoletazo de salida a un sinfín de películas teenenagers de protagonistas monos y historias moñas que, por fin, daban el salto nunca antes soñado desde la pantalla del televisor a la de la sala del cine, en las que el protagonista, Michael J. Fox, tuvo un papel relevante, elevado a estrella del momento y portada de revistas y carpetas de las quinceañeras de BUP. Fox creó, de la noche a la mañana, una escuela de jovencitos de flequillo largo y cara de no haber roto un plato a los que no les afectaba nada salvo que les llamasen gallina, entre los que despuntaban tipos como Tom Cruise, River Phoenix, Emilio Álvarez o Matt Dillon. Intentó repetir el éxito de Regreso al Futuro en sus siguientes películas como Luces de Neón, Teen Wolf o El Secreto de Mi Éxito, sin demasiada suerte para ser justos. Su filón quedó restringido a ésta y las tres secuelas que tuvo.

En mi opinión, la clave del éxito de esta peli de Robert Zemeckis estuvo en una acertada combinación entre humor bien traído y muy de la época, que nos ha dejado una buena retahíla de frases épicas, y un buen guión con una historia bien engarzada y original – los giros y reflexiones sobre las consecuencias del contínuo espacial fueron una revolución y abrieron un filón a películas similares. Si a todo esto le sumamos la participación como productor de Steven Spielberg, el rey Midas del celuloide ochentero, el resultado está asegurado.

Influido por las historias de DC Comics y la serie televisiva The Twilight Zone – Zemeckis tambien admitió haberse inspirado en «Qué bello es vivir» de Frank Capra, lo que demuestra lo malo que es consumir sustancias opiaceas, niños -, Regreso al Futuro se estrenó un 3 de julio de 1985 y  se convirtió en la película más taquillera del año, que se dice rápido si no tenemos en cuenta que competía con mitos de la talla de Memorias de África, Cocoon, La joya del Nilo, Los Goonies, Mad Max. Más allá de la cúpula del trueno y Commando.

Regreso al Futuro fue una de aquellas películas que nos hicieron soñar con parecernos un poco a esa juventud estadounidense eternamente feliz, higiénicamente esterilizada y orgullosamente consumista, donde triunfar no era una opción sino un hecho prácticamente consumado. Nos aportó la dosis necesaria de evasión y fantasía, nos abrió la puerta a una nueva ciencia ficción mucho más fácil de consumir de lo que nunca habíamos esperado y nos hizo reirnos un rato, que no es poco ni barato. Quizás no fuera una gran película digna de ganar un saco de premios ni falta que le hacía, me basta con pensar que gracias a ella pude ir por primera vez al cine sin necesidad de llevar de la mano a un adulto; casi con eso me basta para tenerla en los altares…

Vuelven los 80’s ¡¡wow, que fuerte!!

No, no vamos a presentaros una máquina del tiempo – salvo que nos lo pidáis… -. Lo que aquí tienes es un homenaje a los años 80, nuestros queridos, añorados y recordados años 80.

Si tú empezaste a usar crema antiacné o salvaslips con alas durante la Década Prodigiosa; si eres de los que tuviste tu primera calabaza y tu primer beso en esos años; si eres de los que flipaste con los Goonies, intentaste ponerte un pendiente de cruz como George Michael, imitaste a Joaquin Luqui con aquello del «3, 2 o 1..:», no te perdías un capítulo de Alf o aún conservas tus walkman, eres uno de los nuestros.

Somos gente Ochenta. Flipamos con Martin McFly, apostamos entre Larry Bird y Magic Johnson, sufrimos al Naranjito, tomamos toneladas de Frigodedos y Colajets, escondimos nuestros casettes de Hombres G entre la colección de discos de Queen,  alucinamos viendo las pintas de nuestros hermanos mayores cuando se disfrazan en honor a la Movida, pasamos horas y horas jugando con nuestra Spectrum , íbamos a todas partes enchufados a nuestros walkman.

Aprendimos a ensalzar y endiosar al consumismo. Descubrimos al mundo por primera vez desde un cristal de optimismo y positivismo. Abrimos nuestras fronteras, dejando nuestros complejos escondidos debajo de la cama. Hallamos el camino que debía llevar al mundo desde la prehistoria hasta el caos que nos iba a deparar el futuro.

Y hoy, miramos a nuestro pasado con una combinación de nostalgia, indulgencia e inocencia perdida, todo junto en vaso de tubo repleto de hielos; agitado, no mezclados.

Hijos de los Ochenta; gentes de los Ochenta; Peña de los Ochenta…

!!Bienvenid@s a vuestra casa!!

Teneis abiertas de par en par las puertas de este blog; podeis proponer candidatos para las listas, votar por tus favoritos o, si te animas, pasarnos tus post sobre temas de los 80, que serán publicados aquí con su correspondiente mención al autor.